Para Mónica López Barahona, doctora en Ciencias Químicas y directora de la Cátedra de Bioética Jérôme Lejeune, «las declaraciones de la ministra no obedecen al dato objetivo de la ciencia y su sola exposición la descalifica para cualquier discusión seria. Desde 1991, un estudio de la Universidad de Luisiana identificó y demostró una secuencia de genoma específicamente humano, conocida como secuencia ALU. Es la que, por ejemplo, se utiliza en medicina forense para determinar si la sangre es humana o no». «El cigoto -prosigue- es una célula y su genoma tiene esa misma secuencia ALU. Luego es fácilmente deducible que si el cigoto ya es un ser vivo, correcto como dice la ministra, es, además, específicamente un ser humano, lo que ella niega. Pero da igual que hablemos del cigoto, que el feto tenga 13 semanas, 22 o que el niño haya sido bautizado. No es una cuestión de tiempo en todos los casos se trata de un ser humano».
«Un sinsentido»
Nicolás Jouve de la Barreda (Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares) entiende que Aído «carece de razón. Lo que ha manifestado es un sinsentido. Si hay algo claro para la Genética y la Biología, que son las ramas que domino, es que un feto de 13 semanas es un ser humano. Sino que la ministra nos diga lo que es. El problema de la ministra es que a ella le da igual lo que diga la ciencia. Le molesta la verdad. No le interesa oír lo que le dicen los científicos, luego aplica la ideología. Pero la ideología comienza donde acaba el conocimiento. Y el conocimiento es tozudo demuestra que cada vida humana es una vida única y singular, desde la concepción hasta la muerte, perteneciente a la especie Homo sapiens, sin saltos cualitativos. El embrión y el feto son biológicamente equiparables al recién nacido y al adulto, del que lo único que los diferencia es un factor temporal, porque el ser humano es el mismo y mantiene su identidad genética a lo largo de su vida. Se trata del mismo individuo, el mismo ser en un proceso continuo de desarrollo. Un ser, caracterizado por un «continuum» genético y por tanto biológico».
«El ser humano mantiene su identidad genética toda la vida, desde la fecundación hasta la muerte»
Para el portavoz de «Ginecólogos por el Derecho a Vivir», Luis Chivas «lo que ha dicho la ministra es de una ignorancia tan enorme y de una irresponsabilidad tan gigantesca que la descalifica de inmediato como inspiradora del anteproyecto de reforma de la ley del aborto. Por dignidad debería dimitir o ser inmediatamente cesada. A las 13 semanas, un feto es un ser humano perfectamente formado, con un aspecto absolutamente humano: tiene todos los órganos, se le notan las uñitas, tiene ojitos, se le ven los órganos sexuales, ya se sabe si es niño o niña, tiene sensibilidad al tacto... ¿Cómo puede afirmar que no es un ser humano y además decir que no existe base científica?».
A la ministra le quitan la razón hasta los lingüistas, aquellos que la reconvinieron cuando alumbró el término «miembra» y se quejó de no lo incluyeran en el diccionario de la Real Academia. Pues bien, el académico Gregorio Salvador recordó a Aído «que un feto es un ser humano desde el punto de vista etimológico, ya que es ser porque existe y humano al proceder del hombre y no del mono o del caballo». Y remachó que «desde el momento de la concepción, en que se unen el espermatozoide y el óvulo, el humano empieza a ser». Esto no quita para que cuando crezca se vuelva «inhumano».